Esto es. La vida nos trae a nuevos lugares, o nos lleva, según su suerte. Ahora, dicen, todo va para bien. Ja, me gusta reírme de esto, soñar (y comprender), creer que nada es como pretenden quienes llevan la bandera de la democracia como hinchas de un utópico club omnipotente con delanteros dignos de santidad (diablos para el oponente). Porque todos dicen que... y al final votamos por un cualquiera con ganas de poder, por cualquiera con voluntad de matar lo que nos incomoda.
Así somos, "microfascistas", así es nuestra especie. Saber que algunos llaman la última guerra a la que fue sólo la segunda; que llaman mundo emergente al caos cultural del tercer mundo; que llaman evolución a las miserias de su propio del mundo; que llaman música a sus artesanías o arte a sus delirios de popularidad, no deja otra cosa que un sabor a humano, demasiado humano.
domingo, 30 de marzo de 2014
jueves, 23 de diciembre de 2010
sábado, 27 de noviembre de 2010
2. El carrito de mercado
lunes, 22 de noviembre de 2010
1. El mundo es una papa
viernes, 5 de marzo de 2010
Del juicio anacrónico
Los años pasan, las cosas cambian, esa es la lógica que más abarca, la más certera. Miramos atrás, por algún azar "divino" que nos permite hacerlo, y notamos los cambios, vemos qué ha cambiado, cómo ha cambiado todo. Nos derretimos jugando a la memoria con lo que no somos, lo que ya no fuimos porque los cambios a que tuvo lugar nuestra vida no nos llevaron a esos lugares y estados que esperamos alguna vez, a los sueños cumplidos que anhelamos inocentemente, a la calma, a la risa, al amor. Vemos a los otros y recordamos también quiénes desearon ser, qué desearon y qué dibujaron con pasión para sus vidas. Al final juzgamos con nuestro bien y nuestro mal, chatos, cortos de sentidos y contextos. Nos creemos entonces dueños de todo el tiempo, valoramos los cambios pensando que todo fue intempestivo, inmediato y espontáneo. Pero valoramos los cambios del otro, porque los nuestros parecen lógicos, los nuestros son sufridos, padecidos y vividos - y vívidos -. Nadie sufre por cabeza ajena, nadie es, para uno, el producto de una suma infinita de circunstancias inabarcables. Creemos que son sólo decisiones y las juzgamos precipitadamente. ¡Qué terrible vanidad hay en cada juicio de la historia del otro! ¡qué sesgada y corta de mente resulta la condena! Hoy me rebelo contra tal justicia y apelo al tiempo en mi favor, en favor de quien sufre condenas impuestas por ciegos, por quienes creen saber lo que significa que el tiempo pase y las cosas cambien. Me rebelo y a la vez me escondo silencioso para poder yo mismo condenarme. Pero solo; condenarme a mí solo. Unicamente pagaré esta condena que yo mismo sepa imponerme al hacer memoria y recordar cada dolor, cada lágrima, cada trayecto, cada renuncia - y su costo marginal-, cada pasión, cada miedo; cada tiempo y cada cambio. Pagaré la condena que todo lo abarque antes de juzgarme yo mismo. Porque soy lo que he creído y no lo que he deseado. Eltiempo pasó, lascosas cambiaron y aquí sigo, aquí seguimos, simplemente creyendo.