lunes, 3 de octubre de 2005

Hacia el sur

Despertó temprano, del cielo blanco cómo el papel caía la luz sobre la bahía, levantó su cabeza y miró instintivamente hacia el sur a través del anjeo blanco. Aquel era su camino (el promontorio azuloso se veía con claridad, parecía el hocico de un pastor alemán) hacia el río Tolo. Según mis cuentas, luego llegaría a Acandí; allí podría comprar algo de comida y tomar una cerveza fría, pasar la noche sobre un colchón y cuidar un poco mis ampollas después de un buen baño. Pensó el capitán. Luego volvieron el barro y las arañas del día anterior y fueron perdiéndose las imágenes del Hotel Medellín mientras regresaba el mortuorio (ahora un poco más nítido, lejano y silencioso). Se acostó mirando el techo del iglú de poliéster; en el pequeño aire de anjeo de la cúpula revoloteaba un zancudo buscando inútilmente por dónde escapar, pensó en matarlo con la camiseta pero no lo hizo, subió la cremallera y miró cómo volaba hasta perderse bajo el cielo nublado y blanco como la cal. El capitán oyó el ladrido de un perro –acaso ya lo había hecho-, cuyas patas imaginó llegando a la Patagonia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Me sigue gustando la narración. Buenas imágenes y eso me gusta mucho, y creo, lograrlo es bien importante. No obstante, a veces hay frases que yo quitaría, porque me parece que sobran. Deberías repensar el tiempo en el que escribes. A veces vienes en tercera persona, y cambias a primera. Si es con intención, creo que habría que hacer que se note.