miércoles, 9 de septiembre de 2009

Liam

Conocí hace poco a Liam. Se acercó sin vergüenza, mirándome como el que mira ojos naranjas, ya cerca me estiró la mano y me dijo su nombre: Liam Meals. No muy convencido le dije el mío sin apellido. Todavía me miraba con esos ojos fijos y curiosos, apenas lograba un gesto que mostrara su intención de decir algo. Solté mi mano y él miró la suya sin cambiar en nada la intención de sus ojos. Mirando los zapatos comenzó a tartamudear en voz baja. Luego al parecer repitió unas cuantas veces lo mismo y saliéndose de sí me dijo: "Los libres siempre se van". Le dije que sí, que los libres siempre se van y lo invité a sentarse.

Ví argolla de matrimonio, dedos amarillos, callosos, delgadas pulseras de cuero y unos 40 años a lo sumo. Su rostro mostraba poco carácter, su voz arenosa y quebrada apenas dejaba sentir su llanto. Cambió su mirada por mis ojos grises y nos hicimos amigos.

Ayer tuvimos esta conversación:

- ¿Y vos Liam? ¿sos de los que siempre se van o de los que se quedan?
- En general me voy.
- ¿Cómo que en general? O siempre te fuiste o te quedaste aquí, es decir, estás aquí.
- No. A veces me quedé.
- A ver si me entiendes...
- Sí, te entiendo. Uno no puede quedarse e irse al mismo tiempo y por eso me das vos estás dos opciones: o me fui o estoy, es decir, me quedé. Yo te contesto otra cosa, porque dije "siempre se van" y yo a veces me quedé.
- Entiendo, entiendo. Y ahora mismo, supongo, estás pensando en irte o quedarte una vez más.
- En parte sí, porque realmente ya lo tengo decidido.
- ¿Entonces que te inquieta?
- Irse como dejar de pertenecer a algo, por ejemplo un lugar. Es como comprar zapatos: el dinero a cambio de los zapatos. Si es el dinero no son los zapatos... ¿me hago entender?
- Sí, creo que te sigo. Pero mirá esto: si comprás zapatos quedás con zapatos, pero con dinero podés convertirlo en algo que no necesariamente son zapatos.
- Quedarse el dinero sería, para efectos de la metáfora, igual a quedarse.
- O bien esperar.
- En cuyo caso equivaldría a no irse "esta vez". Y eso me hace recordar las palabras del reservado: espera un momento mejor. Lo mismo, seguir buscando hasta encontrar unos zapatos mejores y del mismo precio.
- No hay mismo precio en realidad. La espera es un costo marginal de valor difícilmente medible.
- Exacto, por eso sé que me voy. Al fin y al cabo es como esperar en otro sentido, como quedarse yéndose o algo así.
- Esperar para quedarse quizá después.
- Sí, quizá, siempre quizá. Ese "quizá" es parte de ser libre hasta el momento en que te quedás o volvés, ahí se acaba la libertad y tenés zapatos nuevos.
- ¿dijiste "volvés"?
- Sí, eso dije.
- Si decís volvés, decís "nunca dejé de ser algo" o "nunca dejé de pertenecer a algo". Volver es tener un lugar, una inercia, una amarra. Sería decir que una boya navega en lugar de decir que flota.
- ¿Y bien?
- Nunca te fuiste en ese caso.
- Cierto. "Libres son los que siempre están yendo".
- Aunque en ello pasen por el mismo lugar.
- En cuyo caso será el mismo lugar más unos años, es decir, radicalmente, otro lugar. Visto así, volver resulta un intento por regresar el tiempo.
- Exacto. No es posible regresar, no hay un dónde para regresar.
- Tal vez sí un dónde, pero no un cuándo.
- ¿Crees entonces que un lugar sólo existe cuando no te vas?
- Un lugar estará siendo, estará existiendo, siendo otro aún esté yo. El tiempo no se suma o se resta, el tiempo va existiendo las cosas.
- ¿Irse, estar yéndose, ser libre... dejarse existir por el tiempo?
- O lo mismo: ir descalzo.