miércoles, 16 de noviembre de 2005

Compañía

A cada paso bajo los zapatos deportivos del capitán el camino perdía inclinación. Al orto lado de una playa de arena color tierra se levantaba, pequeña e indefensa, una colina que parecía flotar sobre la niebla salina. ¿Por qué razón esta soledad de vagabundo no se me antoja invivible ahora?, pensó el capitán, ¿Por qué no? En verdad lo sabía, sin embargo no se contestó. Por primera vez desde que saliera de casa, supo realmente de su verdadera enfermedad. Mientras esquivaba ramas, troncos y toda suerte de objetos plásticos escupidos por el mar, hasta hacerse a veces difícil dar un sólo paso, pensó: «aquí de poco serviría compañía alguna».

No hay comentarios.: