miércoles, 20 de febrero de 2008

Rezando

Más mía que otra cosa. Un experimento con texturas siempre resulta un poco áspero. La diosa del billar anda un poco enojada conmigo y parece que no necesita mucho de mí. Al parecer está celosa. Todo lo que hice fue jugar una partida de póker; Empate. Desempate: el corazón vence al trébol. ¿Quién gana? Yo, por lo menos.

Que se tengan los incrédulos por ateos no me importa. Les basta con deshacer, con destruir. La destrucción puede llegar a ser hermosa, pero ellos no lo saben. Creen que el universo se está acabando y el mundo se está acabando y todo se está acabando sólo porque ellos, pobres mortales, se están acabando.

A medida que les llega el fin, su temor de no hacer historia los lleva a la histeria de la guerra. Miren a nuestro vecino, es casi lo mismo que el superintendente de acá si hubiese prestado el servicio militar. Debe haber un instante entre diástole y sístole para que un hombre no comprenda lo que hace al matar a otro.

Hoy, zarco, te pido lo de siempre: papel para barquitos, el circo y algo de legalización. Gracias por lo del verde.

Amén en todo caso.

No hay comentarios.: