lunes, 21 de mayo de 2007

Me abandono

Dedicado a una vieja ilusión:
"vámonos a vivir al mar"

"Después de la madrugada densa y sudorosa, los dolores de espalda habían desaparecido. Ante una postrera y supuesta caricia -por demás exagerada-, hizo lo posible por contener el llanto. Lucero miró al capitán. No había en su semblante el menor indicio de sorpresa o de miedo; le era enteramente impredecible. La miró fijamente y luego, susurrando con gravedad, le dijo: “Lucero, me voy. Me voy al mar”."



Tengo una guitarra de un viejo y degenerado rockero argentino, una cama que todavía huele al perro y un dolor de espalda que podría llamarse enfermedad terminal. Tengo unas cuantas deudas también, con Baena, Hamma y Ríos. Todavía están en el cajón del nochero las fotos de Valentina, el llavero de mi hermanito y las monedas extranjeras de mi papá. Un CD que le robé a mi mamá en algún diciembre. Las cartas viejas de mi abuelo y algunas cosas de la Mona, las metí en el armario, junto a una foto con mamá.

Las cosas andan por ahí, mal que bien sujetas, guardadas, o cuando menos perdidas. Las cosas tienen esa cualidad de estar en cualquier parte. También muchos hombres que conozco. Y en esa lógica de la ubicuidad, yo me veo forzado a escapar. Lo consigo con un resultado que casi es premio, de no ser por el peso de no estar en ninguna parte.

El único lugar para no estar es un no-lugar. ¿Qué es un no lugar? Fácil: todo lo que no sea un lugar. Y bien, sólo conozco uno –habrá quien lo refute–: el exilio.

Me voy para La Soledad, me voy sin huir. Y me voy con todo lo que he sido en ustedes y para ustedes, les dejo lo que hayan ahorrado. Me alejo del ritmo frenético del capitalismo salvaje (amo el capitalismo como amo a un jugador de Nacional –mientras tenga mi camisa–), me alejo de tantos afectos y tantos abandonos.
En los últimos siete u ocho meses sólo han quedado unos pocos, y esos pocos mucho han hecho. De tanto abandono terminé por desear abandonarme, que no es lo mismo que echarme al abandono. Seguramente los que más quiero se demoren en comprender lo que digo, es, más que coincidencia, un regalo tipo Peña.

Cansado de ver escombros, cansado del frenesí soporífero del dinero, del los rostros RGB, de los abandonos, de los otros abandonos, de intentar ser ese “otro”; cansado de los libros, de las películas, de la información y la televisión –que nada tienen que ver–; cansado de la amistad, del amor utópico, cansado de la razón y del rizoma, cansado de todo, de todo, de todo, de todo… del cortejo y de Medellín, del cigarrillo, de Nacional, de extrañar a mi perro, de sufrir ausencias; cansado de mí en esas ausencias. Me abandono, me voy al no-lugar, me voy para La Soledad.

Entonces llega el otro y dice:


– “cómo se te ocurre: un tipo bien, que tiene toda una vida por delante, con capacidades, ta, ta, ta, ta, ta, ta…”.


– ¿Y? De qué vida hablamos –le contesto sabiendo a dónde voy–


– …trabajo, estudio, esposa, hijos, ascenso, hogar…


– ¿Vos sabés lo hijueputamente doloroso que es eso?


– ¿Cómo va a ser dolorosa una vida próspera donde el amor es el suelo?


– No soy geólogo, pero hay suelos tan movedizos…


– Ha sido sólo mala suerte.


– ¿¡Mala suerte!? Vea, pues qué tan de malas he sido, porque hasta ahora no he puesto bien un ladrillo. Además, te olvidas del pasado.


– El pasado no es nada.


– A otro con ese cuentico.


– Viejo: “el tiempo pasa, las cosas cambian”.


– Justamente eso es lo que quiero decir: ha pasado el tiempo, han cambiado las cosas y ahora me voy. Romperé miles de compromisos y quedaré mal con muchas personas. Sin embargo me voy. No hay nada más qué decir. Me voy a vivir al mar. El 1º de Julio de 2007

3 comentarios:

Catalina Arroyave. dijo...

Prometo leer a León de Greiff algún día. Pero no sin vos.

Anónimo dijo...

yo quisiera un poco de esa valentía, para irme, para no tener q mirar atrás. no mires atrás david, hay cosas que se tienen q hacer.

me gusto, y mucho. solo sentí en unas cuantas ocasiones, q se perdía el ritmo, con una q otra palabrita, ya habré de decirte.

Davidco dijo...

Podrá querdarle mal a mucha gente pero no se quede mal a usted, si se quiere ir hágalo. Y si quiere volver, lo único que tiene que hacer es escribir otra vez.

Igual gracias, estamos hablando