viernes, 5 de septiembre de 2008

El infierno

Hace ya bastante tiempo que estoy pensando en el infierno. No creo en la posibilidad de que una vez muerto me vaya para el infierno, sin embargo me he ido dando cuenta de que hay temporadas infernales. Los últimos seis meses han sido una de esas temporadas en que uno, aún vivo (sólo técnicamente hablando), logra vivir un infierno. Hay algo más, este infierno del que hablo es meramente voluntario; uno escoge el día en que deja la realidad y comienza a padecer el infierno. No escribo para quejarme por mis condenas, lo hago para dar aviso de la experiencia y, de paso, advertir de mi regreso.
El averno, el mío por lo menos, no tuvo ningún Lucifer, ni Satanás ni Damián ni Aqueronte ni Estigia ni círculos condenatorios; la única compañía que tuve fue mi verdugo de turno. Realmente se trataba de alguno de esos que soy, una especie de alter-ego cuyo látigo, confeccionado con recuerdos, nunca fue lo suficientemente acervo como para hacerme desfallecer. La memoria, la tonta memoria de los hombres no puede matar a nadie, únicamente consigue hacer vivir un infierno cada vez menos agresivo y más doloroso. Yo mismo me proveí de nostalgias, de melancolías, de rencores y sobretodo de culpas. Ese látigo que yo mismo usé contra mí durante meses ahora ya no golpea mi espalda, ya no sufro, ya no melancolizo el pasado.
Mi regreso a la vida de los mortales era fácil de conseguir, cuestión de perdonarme, ya que nadie me hizo nada que tuviera que perdonar. Mi ausencia ha causado estragos en todos los lugares en que habitó mi cuerpo mientras estaba en el infierno. Ahora apenas he comenzado a ordenar mi cuarto, pronto será la vida completa. He vuelto y no tengo miedo, he vuelto sin nada de que vengarme, sin nadie a quien reprocharle por mis tontos sufrimientos. No expondré una sola disculpa, no daré explicaciones ni haré preguntas, simplemente he vuelto para mí. Ahora que miro por la ventana y veo las mismas cosas de ayer me doy cuenta de que el infierno puede ser la parte más oscura de nuestra voluntad, o bien la total ausencia de la misma. No soy nada grande, pero tengo conciencia de estar completamente vivo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Hace ya bastante tiempo que estoy pensando en el infierno. No creo en la posibilidad de que una vez muerto me vaya para el infierno, sin embargo me he ido dando cuenta de que hay temporadas infernales. Los últimos seis meses han sido una de esas temporadas en que uno, aún vivo (sólo técnicamente hablando), logra vivir un infierno. Hay algo más, este infierno del que hablo es meramente voluntario; uno escoge el día en que deja la realidad y comienza a padecer el infierno."

... me gusta