martes, 17 de julio de 2007

Requiem por el de ayer

Para la mujer de los tres puntos...


Hoy desperté y mi mano ya no era mi mano, no recibía mis órdenes. Y vivía, no cabe la menor duda. Luego supe, sin sentirlo, que ninguna de las dos manos me pertenecían pese a estar tan vivas como yo. Tampoco mis pies, ni mis rodillas ni mis tobillos ni nada; desperté y nada era mío. Mi esposa, mi hija, mi paseo por el parque, mis futuros repletos de anhelos, nada me pertenece ya.

Todo el día he buscado el vínculo con estas cosas, he tratado de comprender por qué a pesar de estar ahí, en el mismo lugar de ayer, ya nada me es propio. Ha sido todo en vano. No sirvió pensar en pesadillas ni tratar de reducir al absurdo la total e intempestiva ausencia de todo lo que seré, fue inútil fumar un cigarrillo y sentarme en la máquina de escribir, inútil también salir a caminar con los perros. No soy, aún cuando pienso.

En mi casa ya nadie me reconocía a las tres de la tarde. Yo mismo pensé que no era mi casa. Ya no lo era. En mi cama duerme otro, otro pasa las palmas de mis manos por el cuerpo de la que hasta ayer fue mi esposa, otro se pone mi ropa, otro sueña con Barcelona, con Paris, con Buenos Aires. Mi amada hija, Abril, le dice papá al nuevo dueño de su potestad, en realidad su verdadero padre. Fuser se sienta cuando mi voz, que ya no es mi voz, le da la orden de hacerlo con un trozo de pan metido en el bolsillo de la chaqueta negra que mi esposa me regaló. La chaqueta me viste mi cuerpo, pero mi cuerpo ya no es mi cuerpo como mi esposa ya no es mi esposa. Hoy desperté enajenado, perdido en un mundo que no es mi mundo.

Ya es de noche y nada importa. He conseguido otras manos, otro nombre para otra hija, otros tobillos, otra calva, otra casa, otros deseos, otros futuros. Ayer, antes de acostarme por última vez con el que ya nunca más seré, me sentía feliz. Durante el día de hoy hubiese deseado morir, pero tampoco mi muerte era mía. ¿Por qué mi jardín seguía siendo el jardín de siempre mientras yo ni siquiera lograba hacer mío el olor de la Dama de Noche?

¡Ay!, vidita de ayer, ¿hacía tiempo que me tenías vendido? ¿Hacía tiempo que no querías ser mi vida y dejarte vivir de mí? No me contestes, he logrado vivir con la bendita terminación –ing. Ahora tengo mi propio tiempo, mis propias manos y mi propio amor (Que no es amor propio justamente). Espero entonces que mañana, esta nueva vida que ya no es vidita, no me sea ajena; espero que mis adquisiciones no sean robadas por los tiempos de ausencia; espero, Martina, que tu nombre permanezca en mis labios como el beso de despedida a la noche de un viernes trece.

La vidita de ayer, la que ya no vivo, es un extraño recuerdo que desea volverse hermoso, pero antes necesita perder el color que yo le puse mientras la vivía, necesita volverse una serie de fotos en blanco y negro o en sepia, necesita que me deshaga de la melancolía enfermiza que me anega al recordar mis manos de ayer, mis labios de ayer. Llegada la noche he comprendido que vos, mi vida “viviendo”, sos justamente quien hace míos mis miembros al volverlos tuyos con los tuyos. Ojalá ninguno se levante jamás sin sus piernas, sin sus vestidos y sin el futuro que ayer la vida prometió.

Hoy yo soy mío otra vez, mañana seguirás siendo mía y yo seguiré siendo mío, mañana te levantarás y mi futuro será de nuevo el tuyo y yo seré tuyo y mío y nada de lo que hoy está en nuestro predio podrá desaparecer. Sí, si podrá, en cuyo caso esperaremos la noche para hacernos a otro yo y sobrevivir a la tristeza de no ser los yos de ayer. Un beso de despedida para un futuro obsoleto. Siempre te amaré, Bonita, no tendrás que llevarme flores a mi tumba frente al mar porque no moriré en Sapzurro, porque ya me morí ayer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

david. me gusto, como me han gustado casi todos los ultimos que he leido, sabiendo que me faltan unos cuantos. quizás frente al mar las cosas cambien. tal vez serán mucho mejores, siendo buenos estos. frente al mar, está el mar, y sobre todo, otro david. ya te moriste ayer. creo q eso es envidiable. cuántas veces nos morimos, y me muero, pero volvemos hacer los mismos, vuelvo hacer la misma mujer, e incluso más cansada, más vacía, menos yo. a veces, es comprensible... ojala ese otro david encuentre el david que quieres... sólo una cosa. creo q diferimos en la puntuación, y es normal, creo q eso hace parte del estilo. sin embargo, siento en muchas partes, que ella le quita ritmo. a veces senti que necesitaba refuerzos, e iban peque;as pausas... mi humilde opinion. es todo.
buen viento estos dias...