domingo, 1 de julio de 2007

Él, solo

Para Lorena, nadie sabe mejor lo que no es cursi.





Un tipo enamorado del pasado, como él, sólo puede reconocerse porque se enfrenta a su más profundo miedo. Como enfrentar a la policía o a la soledad. Su arrogancia le impide ser un buen adversario cuando se trata del tiempo: “es que ese man si es muy teso. Muy gordo y muy teso.” No sabe de la Nausea. “El tiempo es muy ancho”, dice Sartre. Ancho y gordo, la misma mierda. El pobre espera que la musa se enamore de él, está jodido en vida. Ha sido quien más ha luchado contra la huída. Cosa que no extraña porque el hombre salió del hueco en que estaba hace seis meses y teme por su recaída. La vida es una caída en un pozo de sed. Sin fondo. Cursi freudiano. Por extensión: sed deseo. Ser el “deseo”. “Comprarse un CD o alguna cosa, hacerse un cariñito, tu sabes…”.

Dentro, las bestias no se sacian comprándose cariñitos, no se sacian con nada. Hay que darles cuido para que calmen el hambre, pero no se sacian jamás. Huir al fin y al cabo. Terminará por comprender. I Know. You Know. Así le decía él a la pelicortica: You know. Ese sí que es un espacio explorable de la memoria, tiene suficiente tiempo encima. Lástima tan poco deseo, la nostalgia deviene sosa y sensiblera. Todo menos carnívora, regocijándose como cerdo en chiquero: orgulloso de ser deseo-marrano. Cursi.

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