Pobre Paco
Herido de muerte en su pecho, la mitad de lo que fuera su cuerpo pareciera vigilar el parque. Paco, en su pedestal, los ve fumar hierba, besarse, tocarse, columpiarse o dormir sobre las raíces. Lleva años en el centro del segundo parque de Laureles. Pobre Paco, jamás ha visto su nombre, jamás lo ha oído, nunca supo que se hizo de bronce. Si lo ven, salúdenlo; le hace feliz.
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